PuchoBot fue mi tercera generación de robots autónomos. A la espera de la siguiente, puedo decir que es todavía una buena base de estudio, sobretodo por
la cantidad de cosas innovadoras con las que fue diseñado. Por ejemplo, fue el primer robot que usó el control real de los servos, mejorando a la
hormiga Benita que sólo los podía mover de extremo a extremo. El control se realizaba mediante una red de micros, en concreto una tarjeta maestra y tres esclavas.
Cada esclava se encargaba de controlar cuatro motores, es decir una 'pata' y algo más. Mientras que la maestra se encargaba de los sensores (que nunca tuvo), de la
secuencia de movimiento y del modo dependiente del PC. Los planos se hicieron bien, es decir con cotas y esas cosas, para poder ser
replicados, no como en los robots anteriores que no había nada. El material fue el aluminio, resistente y a la vez ligero, fácil de cortar y de plegar. No se uso ningún
tipo de pegamento debido a las fuertes tensiones que en algunos momentos debían soportar las extremidades, todavía no sabía de los nuevos materiales y de los
nuevos pegamentos. En el PC se desarrolló un software para poder crear las secuencias de movimiento, gracias a él se tardó relativamente poco en hacer que
el robot puediese girar, levantarse, andar, en fin, toda la serie de movimientos que dispone.
Con esta página queremos dejar accesible toda la información del proyecto, para que pueda ser de ayuda a futuros creadores de robots.
Lamentablemente hay muchas cosas que ya están obsoletas, la informática y la electrónica tienen esa peculiaridad, pero el planteamiento y muchas
de las decisiones que se tomaron siguen siendo válidas.
Para tener una referencia en el tiempo, el robot se construyó durante el año 2000, en mi etapa de estudiante, en concreto fue mi Proyecto Fin de Carrera, presentado en Febrero del 2001.
A partir de ahí ha participado en más de una conferencia, primero de la mano de
Microbótica, y luego de forma independiente, por lo que a más de
uno le puede resultar familiar. Como anécdota diremos que cuando se empezó a construir, Sony todavía no había lanzado el
Aibo, justo cuando se terminó apareció su gran competidor. En fin,
nos conformaremos con decir que el trabajo mereció la pena.